Municipio

Como en otras poblaciones de Panamá, en Chitré el proceso de producción de la vivienda vernacular involucrado en la Junta de Embarra, era toda una lección de programación comunitaria, donde cada miembro de la comunidad y cada participante de la actividad tiene mucha claridad del tiempo más temprano y más tarde que puede realizar su actividad para no afectar el proceso del conjunto. El esfuerzo del trabajo de muchos chitreanos y aledaños, además de extranjeros que se radicaron en este distrito fue el punto clave para que hoy día se pueda disfrutar de ese contraste entre las famosas «Casas de Quinchas» y las modernas construcciones de centros comerciales y viviendas con hermosos acabados de última generación.
Todavía se conservan algunas construcciones vernaculares de nuestros ancestros.El tipo de vivienda en Chitré está enmarcado entre lo vernacular y lo moderno, dando un contraste que resalta a la vista de quienes nos visitan, despertando en la mente de cada uno la curiosidad por conocer la historia de cómo fue forjado nuestro distrito.

En el censo realizado en el año 2006 registró que la ciudad de Chitré contaba con más de 47,703 habitantes 23,082 hombres y 24,621 mujeres; con una densidad de población de 463 por kilómetro cuadrado.

Desde su fundación, Chitré ha sido más que todo un pueblo productor, trabajador, incansable luchador por el desarrollo socio-económico; esto explica la razón de su rápido desarrollo económico y comercial. Su población se dedica en su mayoría a las actividades comerciales e industriales, lo que ha dado a la ciudad un gran adelanto en infraestructura y calidad de servicios en beneficio de sus lugareños y los turistas que nunca faltan.

Los chitreanos se distinguen por su generosidad, en este lugar con frecuencia se realizan obras humanitarias a favor de los más pobres materialmente. Cualquier persona está dispuesta a dar con desprendimiento. También se le conoce como, «la ciudad donde nadie es forastero», reconocida por este eslogan por la idiosincrasia de sus pobladores. Esto se explica ya que en este lugar cualquier forastero es bienvenido y las mejores atenciones son para ellos, de tal forma, que el mejor lugar del hogar lo ocupa el recién llegado.

Lo chitreano se nutre de San Juan y de las cabalgatas en la fiesta del Patrono. Es el grito de «Ay Juan, ay Juan». Chitré es la Calle del Pescao y el recuerdo del padre Melitón Martín y Villalta. Son las dos torres de la iglesia que como índices teológicos señalan al pueblo «el temor de Dios». Es el espíritu de Cheo que a golpes de badajo despierta a los incrédulos feligreses. Y el parque Unión y la Playa El Agallito. Como chitreana es la música de Bolívar Rodríguez y «el tanque del acueducto», así como aquello de «ir a la huerta de los Burgo a comer miel con el deo». Esto de ser chitreano tiene su encanto. Porque estamos ante una sociedad que aún vive a plenitud la gloria transitoria de morar entre la modernidad y la ruralidad. «Aún se puede vivir en Chitré», se escucha decir a diario. Y ese «vivir» no es otra cosa que el encanto de lo urbano y la apacibilidad de la ruralidad. Por allí tiene su origen la tan proverbial hospitalidad chitreana; con una etiqueta social informal y, por ello, tan impregnada de calor hogareño.